Porno en la cama

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Leer novelas eróticas desde adolescente ha provocado que mi número de fantasías sexuales sean muchas. Las sombras de Grey no han llegado a mi mesita de noche aún, pero sí algunos clásicos de la colección La Sonrisa Vertical o cómics eróticos donde intuyes más que ves, donde imaginas más que palpas.

Esa costumbre, la de leer sólo con una mano, la mantengo aún pero tengo que confesar que de vez en cuando me pirra ver un poco de porno. Sí. Soy de esas mujeres sin tapujos a las que le gusta ver vídeos cortos llenos de marranadas que jamás llego a terminar. Nunca. Me bastan dos minutos y ya tengo mi fantasía mental montada.

Hasta ahora lo había hecho sola, pero Amante 1, que también tiene una mente bastante abierta, se presentó el otro día en mi casa con un surtido cuétara de vídeos subiditos de tono. Jamás había probado eso de mirar a otros y templar con mi machomen. Una experiencia más que añadir de la que tengo que gritar: abrid vuestras mentes y probad en el sexo, malditos. No hay nada mejor que descubrir y curiosear.

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